Empezaré aclarando que no hablo de un bebé literalmente. Se trata del nuevo bodhran que viene en camino y que como un recién nacido será acogido en la familia como uno más entre sus hermanos mayores. Siempre suelo comparar mis instrumentos como si fueran niños pequeños ya que siempre cargas con ellos a cuestas, vigilas donde están en todo momento, los tratas con delicadeza, te pones nervioso cuando otra persona lo coge entre sus brazos... sólo les faltaría hablar para decirte que tienen hambre. Incluso muchas veces hay que dedicarles su tiempo para retocar la afinación, que en este caso los instrumentos de percusión también se afinan o se templan.

Nuestro pequeño se empezó a crear a principios de septiembre en un taller de Sulzemoos, localidad cercana a Múnich en Alemania. Su luthier Christian Hedwitschak, ha estado en todo momento en contacto conmigo mostrándome el proceso con el que ha ido adquiriendo forma este pequeñín, como si se tratase de las ecografías que se realizan durante el embarazo. Cada vez que me llegaba una imagen nueva me ponía más inquieta pues estaba más cerca poder empezar a tocarlo hasta que finalmente el día 4 de Octubre llegó a su hogar.

Muchos músicos sentimos cierta emoción al encargar o comprar un instrumento nuevo hasta que con el paso de los años se convierten en compañeros inseparables de nuestras vidas. Con ellos compartimos la mayor parte de nuestro tiempo, sin olvidar que para nosotros es una de las cosas que más felices nos hace. Recuerdo que un amigo mío decía que los instrumentos no están hechos para exponerlos en una pared sino para tocarlos y cuanto más se tocasen a pesar de su desgaste, más dulces y bonitos suenan. Yo ya tengo otro bodhran del artesano Seamus O´Kane que me ha acompañado desde hace ya 10 años atrás, cuando comencé a tocar este bonito y particular instrumento. Y como el tiempo pasa para todos, él ya muestra signos de desgaste o como a mí me gusta decir, del bagaje reflejado en su madera como arrugas en la piel.