Mucha gente cuando descubre por primera vez el Bodhran se asombra por su gran versatilidad y me preguntan cómo lo conocí, cómo aprendí a tocarlo y por qué decidí dedicarme a él de manera profesional.
Por ello me pareció interesante escribirlo...
Recuerdo que cuando tenía 13 años aproximadamente, en plena época de instituto, me hice una reflexión a mí misma. Observé que todo el mundo tenía un género musical favorito y definido con el que se sentían identificados, pero en mi caso era diferente ya que escuchaba todo tipo de géneros musicales en la radio pero sin que ninguno de ellos me enamorase. Fue entonces cuando decidí investigar en la colección de cd´s que mi padre tenía en una vitrina expuestos y encontré dos pequeños tesoros: “A Irmandade das Estrelas” de Carlos Núñez y “Tierra de Nadie” de Hevia, ambos discos editados entre 1996 y 1998. “Voilá” surgió el flechazo y empecé a aficionarme con gran devoción por la música que todo el mundo conoce con la etiqueta de “celta”, que no deja de ser en el fondo música tradicional de ciertas zonas de Europa tan diversos como Irlanda, la Bretaña Francesa o el norte de la península Ibérica, que comparten cierta conexión en su origen etnológico.
Aún así, este tipo de género musical no era demasiado popular entre la gente de mi generación, al principio mostraron cierto rechazo pero finalmente mostraron interés con mucho cariño. Para entonces internet nos intercomunicaba como usuarios a través de foros dónde conocer a otras personas con tus mismos gustos o aficiones, y fue ahí donde conocí a una querida amiga, Aída. Ella me enseñó por primera vez qué era un Bodhran y los “tips” básicos para aprender a tocarlo. El único problema es que yo no tenía bodhran (aún) y uno de los métodos más rudimentarios que usamos los aprendices de dicho instrumentos es a base de carpeta o cuaderno y boli, con esto ya podíamos practicar al menos parte de la técnica.
Después de un tiempo, cuando me lancé en la búsqueda de alguien que impartiese clases para seguir aprendiendo de un modo más avanzado, pregunté en una tiendita llamada Tununtunumba, muy reconocida entre músicos que nos dedicamos a la música tradicional o músicas del mundo en Madrid. Al principio no supieron indicarme a nadie en concreto y pasados unos días consideraron la posibilidad de que yo impartiera un curso, pues había mucha más gente interesada en aprender de cero y yo ya había avanzado bastante como para agrupar toda la información y técnica e impartir mis conocimientos; a pesar de que todo mi aprendizaje inicial fue prácticamente autodidacta, con el tiempo fui complementándolo con mejores bases musicales relacionadas con la percusión.
Poco a poco me volqué en desarrollar mis propios cursos, desde adaptar solfeo a la técnica propia del bodhran hasta ofrecer lecciones más allá de la música tradicional, introduciendo patrones musicales procedentes de otros géneros e investigando sus similitudes. Cada alumno podría aprender desde cualquier nivel o bajo peticiones particulares, pues cada músico siempre acaba descubriendo su propio estilo.
¿Por qué decidí dedicarme a él y no a otro instrumento? Simplemente me fui dando cuenta de que aún quedaba mucho por desarrollar y descubrir, y que a pesar de todo no dejaba de ser un instrumento de percusión que tenía la posibilidad de evolucionar en técnica y en estilo como muchos otros instrumentos de la familia percutiva. ¿Por qué no introducirlo en otros géneros musicales? ¿Por qué no exprimir todo su potencial? Sólo sentí dedicarle todo mi tiempo y pasión hasta el día de hoy, que sigue siendo fiel compañero de aventuras y alegrías.
Published by: Blanca Agudo in Música
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